martes, 1 de mayo de 2012

Los beneficios de la terapia craneosacral

La terapia craneosacral (TCS) trabaja sobre el sistema craneosacral, compuesto por los huesos craneales y de la columna vertebral, las meninges o membranas que rodean el sistema nervioso y por cuyo interior circula el líquido cefalorraquídeo (LCR), y las fascias, que son unas finas membranas que rodean interiormente todo el sistema orgánico y conectan el sistema al resto del organismo.

El LCR circula por el interior de las meninges marcando un ritmo, como la sangre con respecto al sistema circulatorio. Entre 6 y 12 ciclos por minuto, un ritmo muy sutil que un terapeuta experto puede captar y corregir.

A causa de traumatismos físicos o emocionales no resueltos, nuestro organismo queda marcado con lo que llamamos «quiste energético».

Los traumas de origen emocional o mental pueden haber sido producidos por exceso de responsabilidad, por miedo de no cumplir con las expectativas que nos imponemos o que nos imponen. También por cambios de tipo sentimental o social. La sensación de pérdida, ya sea de un ser querido, un trabajo o una situación confortable nos dejan marcados, aunque aparentemente hayamos superado la situación.

Una sensación que ha quedado soterrada acaba afectando a nuestra manera de ser y de trabajar. A veces, el sentimiento de que «no podremos» proviene de un quiste emocional antiguo que, una vez sale a la superficie, es fácil eliminar.

Todo esto puede producirse en cualquier ocupación, pero algunas, como maestros y profesores, presentan una incidencia muy alta de cuadros de estrés y depresiones.

La terapia craneosacral está muy indicada para desbloquear esas situaciones, ya que trabaja directamente sobre las zonas orgánicas donde las tensiones quedan enquistadas.

Se aconseja someterse a una sesión cuando empezamos a notar síntomas de estrés y no dejarlo para más adelante, así evitaremos que las tensiones se acumulen y puedan desencadenar una crisis más grave.

Un ejercicio que os ayudará a relajaros es provocar un still point o punto de quietud, que viene a ser una especie de reset del sistema craneosacral, lo que hace que se re-equilibre automáticamente su ritmo.

Una manera de conseguirlo es la que muestra la ilustración.

 

Metemos dos pelotas de tenis juntas dentro de un calcetín. Estirados horizontalmente, nos lo colocamos debajo de la cabeza, en la zona de unión de las cervicales con el occipital (entre C2 y C3). Nos quedamos en esta posición durante 10 o 15 minutos

Má información:

UPLEDGER, J.E. (1997): Tu médico interno y tú: Terapia sacro-craneal y liberación somato-emocional. Madrid. Editorial Mandala.
 

AUTORÍA
Isabel Mulero
Zoraida Linares
Centro Koré. Terapias manuales y escuela de formación
www.kore.es

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