En
el año 2003 tuve la oportunidad de asistir en el Upledger Institute de Palm
Beach (Florida, USA) a un curso de Osteopatía Craneal organizado por la sede
española de la institución.
Entre otras personas conocí al profesor John Upledger, creador
de la terapia craneosacral y el iniciador de todo esto. Todo un personaje
mundial que resultó ser una persona muy sensible y natural con una sabiduría
extraordinaria de la cual tuvimos la oportunidad de beneficiarnos.
Realmente fueron unos días intensos de aprendizaje, complicidades,
emociones y amistad.
Una vez finalizado este encuentro, algunos de nosotros
seguimos la aventura en Freeport (Bahamas), donde nos encontramos con Chas y
Kat, su mujer. Ambos fueron nuestros maestros en la osteopatía craneal bioacuática,
ya que nos instruyeron en el uso del diálogo no verbal para conectar con los
delfines desde nuestra esencia más profunda.
Iniciamos las sesiones preparatorias en el agua, tanto en el
mar como en piscina. Durante las terapias en cada uno de nosotros afloraron
muchas capacidades y emociones escondidas.
Por fin llegó el día de visitar a los ángeles del mar, los
delfines.
Por mucho que lo intente no se explicar con palabras lo que
sucedió esos días, pero al igual que yo, todos nos transformamos, hubo algo
mágico...
Salimos con el barco hasta una zona de mar abierto, allí
saltamos al agua y en cuestión de minutos empezó a llegar un grupo de delfines,
por una parte estaba llena de felicidad pero por otra muerta de miedo; el subconsciente
empezó a hacer sus trastadas.
Mientras estaba observando a mis compañeros, empecé a conectar
con mi niña interior, ella irradiaba alegría, seguridad y confianza y quería
compartir conmigo estas sensaciones.
Intenté poner la mente en blanco pero fue peor, el miedo me invadió
por completo, ella me decía: “confía, confía, confía...” Cuando al fin integré
en mi interior la palabra “confía” todo cambió.
Empecé a entender el diálogo no verbal, el mismo que se usa
para hablar con los bebés, con el reino animal y con cualquier ser con el que
no sea posible la comunicación mediante palabras.
Mientras nadaba, ya más tranquila, uno de los delfines se
aproximo a mi lado, me sorprendió porque no le vi llegar, se puso a nadar
conmigo, adaptándose a mi ritmo y velocidad.
Se dejó tocar su piel suave y resbaladiza, le cogí de la aleta
y empezamos a nadar bajo el agua, hubo un instante que me dio la sensación que
me iba a ahogar, me faltaba oxígeno, pero empujada por el delfín subimos a la
superficie para coger más aire y seguir jugando bajo las aguas del Atlántico,
su mundo. Perdí la noción del tiempo, sentí la sensación de que muchos caminos
se abrían en mi interior.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXLxUpt9Yq27vVSkoySoXMPZ32FHlMOVhzgzGOCcm1X9Wf057xO94OGm31ZXxVJ219rFXEDiu7fYd-tBcmOhhZDkbZHCSR3DsrOBE3JYSw4XLG2ry-Jr-xf56djmnrkmAnlKaTyKym3QaI/s1600/zori-dofi2.jpg)
Cuando
lo creí conveniente le dije a mi amigo del mar que había otros compañeros míos
que también necesitaban su ayuda, me despedí y le di las gracias por la
experiencia tan maravillosa y que habíamos compartido. Se marchó de mi lado y
me quedé nadando sola, con una sensación de respeto, confianza y amor total.
Antes
de irse me dejó unas palabras que yo sentí en mi mente “confía en ti y en tu percepción
personal de las cosas. No te preocupes, siempre estaremos en contacto de alguna
forma, ya que la energía del Universo no tiene fronteras”.
Chas
y Kat, cuando regresamos al puerto, me comentaron que había recibido una
terapia de sanación en vivo y en directo de una hembra embarazada.
Les
sorprendió mucho ya que las hembras en este estado no se acercan nunca a los humanos,
se muestran distantes, ariscas y desconfiadas.
Lo
que me ha aportado esta bella delfina es facilitar mi trabajo con bebes y
niños, tener capacidad de entendimiento con los animales, confiar en mi
intuición, no olvidar nunca a mi pequeña voz interior y encauzar correctamente
la energía.
Los
delfines son seres inteligentes, muy sensibles y amistosos que viven libres en
su mundo marino y a los que no siempre hemos sabido tratar con el respeto que
merecen.
Gracias
por las enseñanzas que nos aportáis.